Los calefactores ocluidos se caracterizan por su capacidad de transferencia térmica y por su gran facultad de carga, lo que permite una mejor disipación del calor para así obtener una mayor eficiencia de trabajo. Además, una gran ventaja es su vida útil ya que el calefactor al encontrarse en su interior no tiene contacto directo con el medio evitando exponerse al derrame de líquidos (agua, aceite, grasa, etc.) que puedan ingresar y dañarlo.
También pueden ser fabricados en otros materiales tales como el bronce cuya ventaja
es su mejor punto de fusión que permite una mayor temperatura y mayor resistencia ante contaminantes.